En las últimas décadas se
han acentuado las enfermedades relacionadas con la glándula tiroides, especialmente el hipotiroidismo y el hipertiroidismo, con las graves consecuencias
que se derivan de ellas.
Estos dos desarreglos son totalmente opuestos, y se refieren a una excesiva
actividad en el caso del hipertiroidismo y una casi atrofia en el
hipotiroidismo. Si lo relacionamos con la alimentación, sabremos que en los dos
casos hay alimentos que son aconsejables y otros que será necesario apartarlos,
dependiendo según se tenga una u otra enfermedad.
Cada vez son más los casos
que aparecen de estos trastornos de la glándula tiroides sobre todo en la sociedad más industrializada, lo que nos
indica una relación con el estilo actual. De una parte, la incorrecta
alimentación que tenemos en Occidente, provocada
por las prisas, las comidas rápidas, la mala calidad de los alimentos que
tomamos, la presencia de transgénicos, la falta de ejercicio o el sedentarismo
y por una dieta desequilibrada.
Este tipo de enfermedades
son llamadas auto inmunes, que aparecen en la sociedad consumista y sobre las
que cada vez más se comprueba su relación con las emociones, estrés, miedo,
falta de comunicación personal y emocional, ira, baja autoestima, entre otras causas, en
definitiva, una mala gestión emocional, origina estas enfermedades, que también
incluyen, alergias, asma, cáncer y las enfermedades tiroideas.
Se calcula que un 12% de la
población occidental padece este tipo de disfunción, concentrándose
principalmente en las, quizás por ser más sensibles a las emociones. Lo más
complicado de estas enfermedades es que no presentan unos síntomas concretos, sino que muchos de ellos
son habituales a otras enfermedades, lo que hace que muchas veces se traten ya
en una fase muy avanzada, cuando lo importante es atajarlas en fases muy
prematuras.
El trastorno más habitual de
la glándula tiroides es el hipotiroidismo que es cuando la glándula deja de
trabajar y por tanto producir la hormona tiroxina. En la hipófisis se produce la hormona TSH, hormona estimulante de la tiroides.
Cuando la tiroides, deja de
fabricar tiroxina, la hipófisis para
subsanarlo produce más cantidad de TSH, esto estimula la tiroides para que
libere más tiroxina. En el caso de que esta cadena ocurriese al contrario, es
decir que hubiera una producción excesiva de tiroxina, la hipófisis cesaría la producción de TSH, lo que también provocaría
el hipertiroidismo.
La tiroxina regula el metabolismo celular, lo que demuestra la
importancia que tiene en nuestro cuerpo. Cuando la tiroides disminuye su
producción, el metabolismo se ve frenado y produce un aumento de peso corporal.
Otros síntomas son debilidad muscular,
sensación de cansancio, hipotermia o constante sensación de frío, reducción de la actividad
mental, caída de cabello y debilidad en uñas, piel seca o subida no probada de colesterol. Estos síntomas son comunes a
otras enfermedades, lo que hace difícil su detección. También su carencia en
edad temprana dificulta el crecimiento.
Lo contrario pasa por un
exceso de secreción de la hormona, acelerando el metabolismo, en los primeros
años de vida pudiendo provocar un crecimiento desordenado, llamado gigantismo.
El hipertiroidismo, menos habitual que el hipo,
puede provocar un apetito desordenado, irritabilidad,
nerviosismo, taquicardia y sensación de calor.
En el hipotiroidismo, el
tratamiento es fácil, ya que solo se debe tratar de controlar los niveles de TSH
con el medicamento L-Tiroxina y controlando la alimentación.
Lo principal es seguir una dieta hipocalórica,
baja en calorías, por la facilidad a aumentar de peso. Por ello disminuiremos
el consumo de grasas, la cantidad de alimentos en las comidas y prescindir de
los productos refinados, como azúcar y harinas. Por otro lado, incorporaremos
alimentos ricos en yodo y sobre todo, diferentes algas, como kombu, espirulina, fucus, agar-agar, nori o wakame.
Podemos encontrar sales que
contengan estas algas.
También pescado azul,
bacalao y gambas, legumbres y verduras, principalmente acelgas, espinacas y
berros, las más adecuadas son el plátano y la pera.
Conviene reducir alimentos
que gasten yodo y que nos van a afectar. Alimentos grasos, como quesos, o que tengan
azúcar, no son aconsejables, así como el consumo de alcohol y refrescos que
contengan excitantes.
En períodos de estrés y
presión psicológica, una buena alimentación es fundamental.
En el hipertiroidismo hay sensación
de debilidad y en las mujeres, cambios del ciclo menstrual, pero a diferencia
del hipotiroidismo, se tiende a perder peso sin motivo aparente y aparece un
aumento de irritabilidad y de nerviosismo.
Los alimentos más
aconsejables son las crucíferas, que deben comerse crudas o cocinadas al vapor,
como el brócoli, las coles de Bruselas, la coliflor, los nabos y repollo. Estos
vegetales disminuyen la producción de tiroxina.
En menor importancia están,
las zanahorias, apio, calabaza y entre las frutas, el higo, las uvas, granadas,
castañas y nueces. También debemos tomar alimentos ricos en Litio, por el
nerviosismo e irritabilidad, como los espárragos, perejil, patatas y fruta,
como el melón, muy refrescante y relajante.
Un producto dietético que se
puede encontrar en tiendas especializadas, es la L- Carnitina,
que reduce la actividad tiroidea, aunque debe consultarse a un profesional de
la salud antes de tomarlo.
Hay algunos alimentos que
son convenientes en las dos alteraciones de la tiroides. Estos ni estimulan ni
detienen la fabricación de tiroxina, sino que mantienen un equilibrio en su
producción. La sustancia que realiza esta función es la rafanina
y el alimento que la contiene es el rábano negro. También se encontramos en
cereales integrales y germinados, especialmente el de trigo, por su alto
contenido de vitamina B.
No debemos olvidar el
alimento neutro básico para la vida y muy necesario en estas enfermedades: el
agua, una buena hidratación es necesaria e imprescindible.
JOSEP MASDEU BRUFAL
Naturópata
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