LA ORACION CURA LAS ENFERMEDADES
Cierta vez un padre se
aproximó a Jesús, llevando a su hijo que sufría de ataques, y dijo al Maestro.
--Si pudieras hacer alguna cosa, ten piedad de
nosotros y ayúdanos.
Jesús le dijo:
n En cuanto al poder, quien
tiene fe todo lo puede. Y curó al niño (Mc. 9,14-22)
La fe, como enseñó el Maestro, cura
todas las enfermedades. No importa qué nombre le hayan dado ala enfermedad.
Ella tiene cura.
El primer paso para que alcances la
sanación de tu mal es tener la seguridad de que tiene cura.
Si piensas que tu mal es incurable y
que tu dolencia es irreversible, estás bloqueando la fuerza curadora.
Ninguna enfermedad resistió al método
de cura por la fe, usado por Jesús. Enseñó a sus discípulos a usar el método de
la cura por la fe y ellos también lograron curas maravillosas.
Cuentan los Hechos de los Apóstoles
que “había en la proximidad de este lugar un dominio perteneciente al primero de
la isla. Este nos recibió y nos albergó con agrado durante tres días.
Justamente el padre de Publio, atacado de fiebres y disenterías, estaba en
cama. Paulo fue a verlo, oró, le impuso las manos y lo sanó. Ante esto los
otros enfermos de la Isla, también
lo buscaron y fueron curados. Por eso nos colmaron de atenciones, y en nuestra
partida nos proveyeron de lo necesario” (Hechos 28, 7-10).
El Libro de los Hechos de los
Apóstoles, narra muchas curas realizadas por los discípulos de Jesús. Pero
Jesús enseñó que todos tienen el poder de curar su
enfermedades, porque la fe es un don existente en cualquier criatura
humana.
El Apóstol Santiago en una de sus
cartas, escribió: ·
La oración de la fe, curará al enfermo y el Señor
lo pondrá de pie”.
Nota bien que Santiago no dijo que la
oración de la fe, tal vez pueda curar tu enfermedad. Nada de eso. La oración de la fe, sin lugar a dudas, curará al
enfermo, sea cual fuere la enfermedad..
Santiago, aún agrega: “ Y si hubiese cometido pecados, éstos le serán perdonados”.
Por consiguiente, la oración de la fe, no
sólo elimina el efecto, sino también la causa.
Recuerda, una vez más, la historia de
aquella mujer que sufría de un flujo de sangre. En doce años de tratamiento,
ningún médico consiguió curarla. Gastó en vano toda su fortuna. Un día Jesús
recorría la calle donde vivía esta señora. Al enterarse de la presencia de
Jesús, la mujer se puso feliz y alimentó la esperanza de que la curaría. Se decía a si misma. “Si tan siquiera le tocara el
manto, quedaré curada”; ésta era la oración de fe de aquella mujer. Una oración simple, directa, decidida y
definitiva: “Si tan solo le tocara el manto, quedaré curada”.
Al tocar el manto de Jesús quedó
instantáneamente curada. (Mt 9,18-26)
LA
ORACION DE LA FE CURARÁ AL ENFERMO
La oración de la fe produce el milagro.
No importa la extensión de la oración,
no importan las palabras, ni la expresión gramatical. Lo que importa es la fe
que se expresa a través de las palabras.
No importa si cambias de oración cada
día, para ver si aquella otra fórmula consigue la curación. La fe es la que
cura.
Aunque digas una oración cortita y
llena de errores gramaticales, si tienes fe, ocurrirá el milagro.
La mejor oración para una sanación es
aquella cuyo texto contenga ya en si la verdadera cura y cuya mentalización
acreciente tu fe. En este caso la cura es infalible.
“Y la oración de la fe, curará al
enfermo”.
Ante todo ,
es necesario saber que no se trata de implorar por una curación. Tu oración de
cura no es propiamente una súplica.
La súplica implica dudas, es decir, la
posibilidad de ser o no atendido. Pero la oración no depende de factores
incontrolables, ni de la suerte. La oración obedece a las leyes espirituales,
por eso, todo ruego hecho con fe, es infalible, como escribió el Apóstol
Santiago, a quien ya cité: “ La oración de la fe,
curará al enfermo”.
El mismo Santiago, en su carta
asegura: “Pides y no recibes, porque pides mal”, ahí está la otra prueba de que
la oración es ley: cuando no son colocadas correctamente las premisas de esa
ley, el resultado falla.
Para condicionar tu mente al uso
correcto de las leyes de la oración, comienza por reconocer que tú, en tu
verdadera realidad y esencia, continúas siendo perfecto. La enfermedad es una
falsedad, es un estado negativo, es el resultado de un error de comprensión y
este estado mental, no forma parte de tu legítima realidad de hijo de Dios
perfecto.
Joseph Murphy escribió: “ La salud es la realidad de tu ser.
Cuando
haces una afirmación de salud, armonía y paz, para ti mismo u otra persona y
cuando comprendes que esos son los principios universales de tu propio ser, tú alteras los
padrones negativos de lo que estás afirmando. El resultado del proceso
afirmativo de la oración reside en tu conformidad con los principios de la
vida, indiferentes a las apariencias”.
Y concluye Murphy: “Reflexiona por un
momento en el hecho de que existe un principio de la matemática, pero ninguno
del error, hay un principio de la verdad, pero ninguno del error, hay un
principio de honestidad, pero ninguno de deshonestidad, hay un principio de
armonía, pero ninguno de discordancia; hay un principio de salud, pero ninguno
de enfermedad; hay un principio de abundancia, pero ninguno de pobreza” ( “El poder del subconsciente”)
Fuente:
extraído del libro EL PODER INFINITO DE LA
ORACION
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