Oración 
para la curación de su enfermedad

“Por eso os digo: Todo cuanto suplicaréis y pidiereis, creed
 que lo recibisteis y así será para vosotros.”  Jesús

Divino Maestro Jesús, Tú que curaste con amor y bondad a todas las personas enfermas que fueron hacia Ti, cuando peregrinabas por las ciudades y poblados de Judea, de Galilea y de Samaria, escucha ahora mi oración.

Mira dentro de mí y ve que mi fe no es menor que la fe del ciego, del paralítico, del sordo, del leproso, del enfermo mental, que Tú curaste.

Tú dijiste que todo es posible para aquel que cree, por eso desde ya creo en mi curación.

Tú dijiste: “Sea lo que fuere que desearéis, cuando oréis creed que lo obtendréis, y lo alcanzaréis.”

Es por ello que hoy tengo la seguridad de que éste, mi pedido, será atendido.

Tu Poder, emanado del Padre, está en mi, también, porque el Padre habita en mi interior.

He aquí mi fuerza, mi poder, mi seguridad, mi fe.

Creo firmemente en la Ley del Pedid y Recibiréis, porque yo sé que mi palabra tiene le Poder Creador de Dios.

(Mentalice aquí la salud perfecta de su órgano enfermo.)

Ahora que Tú me escuchaste, y que la perfección divina se alojó en mí, quiero agradecerte con toda la alegría de mi corazón: Gracias por la perfección de mi cerebro, de mi rostro, de mis cabellos, de mis ojos, de mis oídos, de mi nariz, de mis encías, de mi lengua, de mi garganta, de mi cuello, de mis pulmones, de mi corazón, de mi estómago, de mi duodeno, de mi hígado, de mis riñones, de mi páncreas, de mi bazo, de mi vejiga, de mi vesícula, de mi uréter, de mi estómago, de mis intestinos (de mis senos, de mi útero, de mis ovarios, de mis trompas), de mi columna, de mis vértebras, de mi cadera, muslos, rodillas, piernas y pies, de mis hombros, brazos y manos; de toda la estructura de mis huesos, de mis músculos, de mis nervios, de mi piel, de mis glándulas, de mi sangre, de mis dientes (de mi próstata), en fin, de todos los átomos y células de mi ser.

Gracias, Jesús, porque Tú me escuchaste.

Gracias, porque Tu Luz Divina iluminó, limpió y purificó mi mente.

Gracias, te doy, oh Padre, porque Tú me escuchaste a través de Tu divino Hijo Jesús, Amén.

PADRE LAURO TREVISAN

 

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