Hubo una vez un gigantesco sol que
destellaba e iluminaba todos los rincones del universo, y sus rayos llegaban a distancias
inimaginables. En la propia evolución de ese sol, empezaron a desprenderse
chispas de él mismo con conciencia, y empezaron saltar en todas direcciones
preciosas chispas, con muchos destellos, con muchos brillos, sublimes y con
plena conciencia de su esencia solar y divina.
En su recorrido empezaron a
revestirse de diferentes energías solares que rodeaban su camino, y eran
plenamente conscientes de que se estaban envolviendo en una energía un poquito
menos brillante de la de su sol. Esa era la idea, que fueran asumiendo, que
incorporaran otras energías a su esencia solar.
Y sucedió que fueron viajando y a
la vez encontrando otros tipos de vestiduras que iban añadiendo a las
anteriores, y era un disfraz sobre otro disfraz, hasta que llegó un momento que
las mismas chispas no podían reconocerse unas a otras, tan cambiadas estaban,
su manifestación externa era completamente diferente. Sin embargo la esencia de
todas ellas, seguía siendo la luz solar.
Y después de muchos eones de
tiempo, estas semillas de luz totalmente disfrazadas, fueron sembradas en el
planeta tierra, y de ahí surgió la humanidad, con este destino maravilloso de
ir dejando cada uno de los disfraces, cada una de las vestiduras, para volver a
ser esa chispa de sol y volverse a integrar a él, habiendo adquirido gran
experiencia y sabiduría en ese camino de descenso y de regreso.
Cuando hablamos del ser interno,
estamos hablando precisamente de esa luz con conciencia, de esa esencia, que es
energía muy pura y sutil, que es la misma esencia del creador. Cada ser humano
que despierta esa conciencia, que se sabe y se siente así, que se siente
brillar, arder y quemar a todo lo que le rodea, que desprende de sí
constantemente ese aroma y ese humo de incienso, es una alabanza a todas las
creaciones superiores, especialmente a su Padre Solar.
Cuando se despierta esa
conciencia, se acaban absolutamente todos los problemas del plano
tridimensional, el dinero y las posesiones dejan de tener sentido, la salud
viene como una consecuencia natural de la fuerza interior, la sabiduría
espiritual, colma todas las lagunas de ignorancia y se manifiesta externamente.
Y así, el conocerse cada uno así mismo, en ésta su verdadera y esplendorosa
esencia, hará que los problemas que tienen con su familia, con sus colegas de
trabajo, con sus superiores, con sus subordinados, con sus amigos, con sus
vecinos, con todos aquéllos que les prestan servicios o ustedes se los prestan
a ellos, ya no tengan la misma fuerza. No habrá otro ser humano, chispa
disfrazada, que no puedan ustedes reconocer, que no puedan ustedes amar, que no
puedan ustedes comprender, que no puedan ustedes volcar en ellos todo lo que
están sintiendo como seres espirituales de conciencia despierta.
Traten de vivir aunque sea cinco
minutos al día en esa espléndida conciencia de luz, que brota a raudales, que
se expande con toda generosidad hacia el infinito y llega hasta los confines
más lejanos de su galaxia, siéntanse aunque sean cinco minutos en esa
conciencia, para que poco a poco puedan extender este estado de suma plenitud a
todas las acciones cotidianas. Conózcanse a sí mismos como lo que realmente
son, y vean en todos los demás lo que también ellos realmente son.
Muchas iglesias de la tierra
pregonan que todos los seres humanos son hermanos, es una buena analogía; en
realidad, son mucho más que hermanos, son chispas del mismo sol, brillan igual,
su esencia es la misma, son uno mismo todos, todos son uno.
Les voy a dar mi bendición,
deseando que todos los disfraces de su chispa divina, vayan siendo dejados a un
lado para que pueda brotar esa esencia que está pidiendo a gritos manifestarse
en la tercera dimensión.
Saint Germain.