LAS 7 REGLAS DE PARACELSO

Sobre PARACELSO

........ Pero lo más curioso de todo es que la teoría y la práctica médica de Paracelso, actualmente reconocidas como precursoras de la ciencia moderna, se derivan de su cosmovisión mágica de la Creación y de sus estudios de las denominadas ciencias ocultas. La alquimia que él cultiva, por ejemplo, tiene como primera premisa la unidad
fundamental de todo lo que existe, doctrina milenaria trasmitida por
los iniciados de todas las épocas.

Además, Paracelso sostiene que existe una relación íntima del hombre
con la Naturaleza. Este vínculo directo se debe a que todo lo
existente está compuesto únicamente por tres principios
fundamentales: azufre, mercurio y sal (o arsénico). Estos factores se
combinan entre sí en diferentes proporciones generando los diversos
cuerpos y seres, y de ahí la posibilidad de transmutar unas
sustancias en otras. Sin embargo, los referidos principios no
designan las sustancias químicas del mismo nombre, sino que
representan simbólicamente los ladrillos fundamentales del Universo.
El mercurio es el elemento femenino, líquido y metálico; el azufre es
el elemento masculino, que determina el color y la combustibilidad,
mientras que la sal constituye el medio de unión entre los dos
anteriores.

Siete Reglas de Paracelso

1. Lo primero es mejorar la salud.

Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda
y rítmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o
asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos
litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos
del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las
medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a
un tratamiento. Bañarte diariamente, es un hábito que debes
a tu propia dignidad.


2. Desterrar absolutamente de tu ánimo, por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza.

Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas
maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes,
chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de
entendimiento o por tópicos sensualistas que forman la base de sus
discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla es de
importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual
contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino,
pues éste depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.


3. Haz todo el bien posible.


Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas
debilidades por ninguna persona. Debes cuidar tus propias
energías y huir de todo sentimentalismo.


4. Hay que olvidar toda ofensa, más aun: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo.

Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el
odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz
interior, pero no te hablará así de pronto, tienes que prepararte
por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos,
pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y
perfecto en sí, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le
ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.


5. Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada.

Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el Espíritu y te pondrá
en contacto con las buenas influencias. En este estado de
recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos a veces luminosas
ideas, susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el
tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos
victoriosamente por una voz interior que te guiará en tales
instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el "daimon" de que habla Sócrates.

6. Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales.

Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a
los demás, aun de tus más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas,
aprendas, sospeches o descubras. Por un largo tiempo al menos debes
ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de suma importancia.


7. Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el DIA, mañana.


Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Jamás te creas
solo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no
concibes ni en sueños. Si elevas tu espíritu no habrá mal que
pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti
mismo. El miedo y la desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre. Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, verás que intuitivamente, observan gran parte de las reglas que anteceden. Muchas de las que allegan gran riqueza, muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido recto, pero poseen muchas virtudes que arriba se mencionan. Por otra parte, la riqueza no es sinónimo de dicha; puede ser uno de los factores que a ella conduce, por el poder que nos da para ejercer grandes y
nobles obras; pero la dicha más duradera sólo se consigue por
otros caminos; allí donde nunca impera el antiguo Satán de la
leyenda, cuyo verdadero nombre es el egoísmo.

 

Jamás te quejes de nada, domina tus sentidos; huye tanto de la
humildad como de la vanidad. La humildad te sustraerá fuerzas y la
vanidad es tan nociva, que es como si dijéramos: pecado mortal contra
el Espíritu Santo.

 

 

Paracelso

 

 

 

 

 

 

 

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