Publicado mayo 1, 2014
Pon las manos frente a tu boca, como
si fueras a rezar. Relájate, echa de la mente toda preocupación. Sopla
suavemente sobre tus manos, como si con ellas quisieras recoger tu respiración.
Hazlo tres veces. Soplando de esta manera, regulas tus corrientes magnéticas.
Cada dedo de la mano está conectado
a un determinado centro u órgano del cerebro, y cada órgano está conectado con
unas fuerzas específicas.
Esas fuerzas están ligadas con las regiones
y mundos de la mente. Te es suficiente levantar uno de tus dedos para contactar
con el órgano apropiado a través del cual fluyen las energías del mundo mental.
Cada dedo es, por tanto, un conductor de una energía o corriente especial. Una
determinada energía cósmica emana de cada dedo.
Cuando no te encuentres bien, cuando
no sepas qué hacer, sostén tu pulgar con la mano derecha, después sostén el
índice, el corazón, el anular y el meñique. Sé consciente del cambio que tiene
lugar en ti.
El pulgar representa el mundo
divino. Cuando no te sientas bien, experimenta con tu pulgar para llegar a
dominar los poderes ocultos en él. Acaricia la parte superior del pulgar,
empezando desde la tercera falange hasta la uña. Luego acaricia la parte
inferior, desde su principio. Observa si tu indisposición desaparece. Sé
consciente de tus pensamientos y de tus sentimientos mientras practicas estos
ejercicios.
Si al principio no obtienes resultados, repite el ejercicio. Aquél cuyas puntas
de los dedos son afiladas, emplea mucha energía debido a un gran flujo
exterior. Cuanta más redonda sea la punta de los dedos, menos energía saldrá
hacia fuera.
Fuente: “El hombre: Un sistema
de energías y formas”, Peter Danov
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