La importancia de la masticación y de comer despacio
En este artículo vamos a mostrar unos interesantísimos
extractos del libro “Nutrición energética y salud”, en los que el Dr. Jorge
Pérez-Calvo Soler nos explica la importancia de la masticación,
proceso que supone la parte principal de la digestión y en el que precisamente
menos atención se suele poner y al que menos tiempo se suele dedicar, ya sea
por costumbre, por estar viendo
La masticación es
fundamental por numerosas razones. En primer lugar, porque, al masticar, el
alimento se machaca y se envuelve de saliva, gracias a cuyo pH y a cuyas
enzimas, la ptialina y la amilasa, por ejemplo, una parte de los nutrientes,
los hidratos de carbono, sufre una importantísima digestión. Al tiempo, trocear
bien la comida ayuda a que los jugos digestivos sean más eficaces. Una buena
masticación permite que la salivación sea mayor. Si el flujo de saliva es
grande y rico, se ha elaborado durante el tiempo suficiente y tiene un pH entre
8 y 8’5, la secreción ácida estomacal aumentará. El alimento transita así de un
medio alcalino, la boca, a un medio altamente ácido, el estómago, alternancia
que luego se prolonga en el duodeno, cuyas secreciones son también alcalinas, y
en el intestino delgado, de secreciones en este caso ácidas. Ese vaivén es el
que asegura que el alimento se digiera bien, pues lo somete a un eficaz proceso
de lisis bioquímica. El grado de masticación es también importante porque de él
depende que las glándulas salivales, beneficiosas para la digestión, se pongan
en marcha a su máximo potencial. Cuando masticamos poco el alimento, esas
glándulas no alcanzan a segregar suficientemente.
En cuanto a los dientes, son acumuladores energéticos,
condensadores de energía. Los dientes superiores están más cargados de energía
celeste y en cambio, los inferiores lo están más de energía terrestre.
Puede decirse que los dientes mandibulares tienen una carga
negativa y los dientes maxilares una carga positiva. Además, cada diente
alberga una carga negativa y otra positiva (yin/yang),
en proporciones variadas, de tal manera que cada uno de ellos tiene una
polaridad distinta de la de los dientes de al lado.
* Los dientes son condensadores de energía, al masticar energetizamos el alimento, pues se produce un salto de
electrones de diente a diente. La masticación aumenta el flujo de saliva y
la carga energéticamente, permitiendo una óptima digestión y asimilación
de los alimentos. La masticación también ayuda a calmar la mente.
Si acercamos los dientes superiores a los inferiores hasta que
prácticamente se rocen, podremos comprobar que se produce una especie de
tembleque: no se trata sino del salto eléctrico de un diente a otro, es decir,
de los electrones que pasan de un maxilar al otro. Una masticación profusa
permite que esa corriente eléctrica afecte de manera positiva a los alimentos,
cargándolos de energía. Para la digestión del alimento, esa inyección de chi es casi tan importante como el efecto mecánico que la
masticación ejerce sobre él.
La energía que los dientes desprenden revitaliza la comida,
facilitando su transformación en sustancias nutritivas, útiles y metabolizables
por el organismo. Por otra parte, una masticación concienzuda puede insuflar
vitalidad incluso a alimentos recolectados hace tiempo, congelados o
excesivamente yin. Como vemos, una masticación
profusa y tranquila, que garantice una importante secreción salival, es un
factor básico a la hora de digerir los alimentos. Con ella, aseguramos que la
digestión empiece bien tanto desde el punto de vista mecánico como eléctrico y
bioquímico.
De hecho, una buena masticación
podría desempeñar un papel alquímico, favorecedor de transmutaciones biológicas demostradas
por el profesor Louis Kervran y, por tanto, muy
interesante para nutrir a fondo el cuerpo.
Normalmente, la comida debe masticarse
entre quince y cincuenta veces, en función de la fuerza digestiva de cada cual.
Una persona que goce de un buen estado de salud y que tenga hábitos
alimenticios adecuados debería masticarla un mínimo de quince veces.
En cualquier caso, cuanto más
mastiquemos los alimentos, más fácil será su digestión y, por tanto, menos
energía deberemos invertir en ella.
Por otra parte, está demostrado
que una masticación adecuada produce una suerte de masaje del cráneo que ayuda
al funcionamiento cerebral. Y no hay que olvidar que una digestión óptima
es el mejor tónico de las funciones cerebrales que existe. Asimismo,
conviene recordar que cuanto más arriba está un animal en la pirámide
evolutiva, más mastica. Las serpientes, por ejemplo, engullen a sus presas. La
masticación es un signo de evolución, y cuanto más mastica uno, más consciente
es del mundo en que vive, del aquí y el ahora. De hecho, cuanta más atención
prestemos a la masticación de los alimentos, más despiertos y perceptivos nos
sentiremos después de comer. Es más, para quienes se interesan por el
desarrollo de la conciencia, la meditación o el control de la respiración, un
paso previo fundamental es el control de la masticación.
Extractos del libro “Nutrición
energética y salud” del Dr. Jorge Pérez-Calvo soler.
• Título
de la obra: Nutrición energética y Salud
• Autor
de la obra: Dr. Jorge Pérez-Calvo Soler
• Editorial: DeBols!llo