Una vez me contaron una historia…
… se trataba de un
hombre normal, con una vida de la que hoy en día se la calificaría como normal.
Reparó en su vecino
que era un hombre también normal pero que lo dejó todo para ser un maestro de
la oración, del pensamiento y de la meditación.
Un día se acercó el
hombre y le dijo a su vecino, –maestro, cómo envidio tu vida, nunca estás de
mal humor, pareces tan lleno de paz, siempre con una sonrisa y a la vez
transmites una energía increíble, anda y dime ¿cuál es tu secreto?
—¿Cuál es tu problema? –le dijo el maestro al hombre.
—Mi problema es… todo, el estrés
en mi trabajo, las discusiones con mi mujer, los gritos y las peleas de mis
hijos, me faltan horas para hacer cosas.
El maestro se le quedó mirando y
le dijo —¿te puedo decir una cosa?
—Sí claro— respondió el hombre, el
maestro con voz clara y muy serio le dijo –tengo una visión, y es la siguiente,
tengo que decirte que te quedan siete días de vida –el hombre abatido, lleno de
asombro y de angustia le dijo al maestro– maestro!,
pero, ¿cómo me dice eso?
Soy un hombre joven, con muchos
proyectos aún– el maestro calló durante un rato y le
dijo –sólo te pido que antes de tu ida de este mundo, vengas a verme al quinto
día. El hombre se fue de aquel escenario temblando de miedo, pero volvió al
quinto día, quería despedirse del maestro.
Al llegar a su casa saludó al
maestro los dos se sentaron, uno frente al otro, el maestro le preguntó —¿y qué, cómo te encuentras, cómo te ha ido en estos días?
—Pues imagínese maestro, menos mal que me avisó con tiempo pues no he parado de
hacer cosas-entonces el maestro le preguntó
—¿has discutido con tu mujer? —No, que va todo lo
contrario hemos estado pegados el uno al otro dándonos todo el amor del mundo– dijo el hombre.
—¿Y has discutido con tus hijos? –preguntó el maestro–No,
que va, son niños, lo que le comenté la semana pasada fue una exageración,
ellos tienen que jugar, y crecer alegres y llenos de amor, que es lo único que
ha habido estos días.
Entonces el maestro le dijo
–amigo, tu morirás algún día, pero no seré yo quien te diga el día, sencillamente
porque no lo sé, sólo Dios es el que decide el día y la hora que llama a sus
hijos.
Lo que te he querido
enseñar es que hay que vivir la vida como si te quedaran siete días de vida, si
vives tu vida de esta forma, no discutirás, pues no te merecerá la pena irte
habiendo abierto un frente de batalla, con lo que tu vida se llenará de paz y
equilibrio, en siete días hay tiempo para dejarlo todo bien hecho, ese es el
secreto de la vida, secreto que quiero compartir contigo.
Dejemos de actuar como si la vida
fuera un ensayo. Vivamos hoy como si fuera nuestro último día. El pasado ha
terminado y se ha ido y el futuro no está garantizado lo único que importa es
el ahora.
Compartido por Juana Aliberti Martinez