El Aura, nuestra atmósfera espiritual
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"El ser humano, como la tierra,
está envuelto en una atmósfera que la tradición iniciática llama aura y a
través de esta aura se comunica con las corrientes de fuerzas que circulan por
el espacio. Estas corrientes son luminosas o tenebrosas, benéficas o maléficas
y es el aura la que, según su receptividad, su pureza, su poder, las atrae o
las rechaza.
Aunque esté rodeado de corrientes
maléficas, aquél que tiene un aura poderosa y pura está protegido, puesto que
antes de alcanzarle, estas corrientes se encuentran con su aura que, actuando
como una aduana en la frontera, no las deja penetrar.
Los ejercicios de concentración sobre
los colores del prisma pueden ayudaros a formar vuestra aura, pero sólo
obtendréis resultados verdaderamente si acompañáis estos ejercicios con un
trabajo sobre las virtudes.
De esta forma, con el amor la
vivificáis, con la sabiduría la ilumináis, con el dominio la fortalecéis, con
la pureza la volvéis límpida y clara.
Las entidades celestiales son sensibles
al aura de un santo, de un Maestro espiritual y cuando la perciben desde lejos,
acuden a su lado.
También los humanos quieren acercarse,
pues sienten ahí una presencia que les ilumina, les alimenta, les serena, les
reconforta."
(Omraam M. Aivanhov)