LA FASCINANTE RELACION ENTRE LA
LUNA Y LOS NEURO- TRANSMISORES
Son diversos los ciclos a los
que está sometido el ser humano, y aunque la llamada ciencia occidental o
alopática hasta ahora pocas veces los ha tenido en cuenta, se van haciendo
estudios sobre la correlación de los mismos con diversos estados humanos. En el
siguiente extracto se indica uno de los mismos.
El cielo en el cerebro: la fascinante relación entre la Luna y los
neurotransmisores
Siguiendo
con una exploración de la cronobiología y de la relación antropo-bio-cósmica probamos un método para aumentar el desempeño
cognitivo y la productividad basado en la sincronización entre la mente y la
Luna
Por: Alejandro Martinez Gallardo -
07/04/2015
Para el hombre antiguo era un hecho incontrovertible que
su vida estaba ligada a los procesos astronómicos y a los ciclos estacionales
que marcaban los astros. No sólo dependiendo del cielo y de la tierra –y de su
relación de creatividad y receptividad– para cosechar sus alimentos, sino
también para cultivar una vida sana y virtuosa física y mentalmente.
El hombre, como parte de la tierra, también recibe del
cielo la energía que le permite crecer. Esto era parte de una cosmogonía que
tiene como piedra angular la visión del microcosmos como un espejo del
macrocosmos: una filosofía natural perenne que encontramos presente en mayor o
menor medida en todas las culturas antiguas.
El hombre moderno, no sin arrogancia, ve en esto un rasgo
del pensamiento mágico-primitivo que el pensamiento racional ha rebasado.
Despojado de este espíritu, el paradigma médico del hombre occidental no
toma en cuenta la influencia de factores ambientales y mucho menos cósmicos.
Pero hoy sabemos, por experiencia propia, que la medicina occidental moderna es
muy buena para atacar y extirpar padecimientos agudos, pero sufre cuando se
trata de curar y no sólo aliviar los síntomas de enfermedades crónicas (las
enfermedades del tiempo). Tradiciones de medicina antigua, por
ejemplo la espagiria (alquimia vegetal) o la
acupuntura, curan balanceando y despertando los procesos de autosanación
del cuerpo; la medicina alópata moderna “cura” suprimiendo síntomas con
fármacos que generan efectos secundarios en otros sistemas y órganos, porque
estos no son concebidos como estrechamente interdependientes. Existen, sin
embargo, señales de una mayor apertura a sistemas holísticos dentro de la
ciencia médica occidental, especialmente a partir de recientes hallazgos
en la epigenética, y particularmente en la
cronobiología.
Como vimos en un artículo anterior sobre la
cronobiología, existe una relación entre la cualidad particular del
tiempo y la salud humana y su disposición y aptitud para realizar ciertas
tareas. En otras palabras, no todos los momentos son iguales, y realizar cierta
acción en determinado momento puede ser contraproducente o, en el sentido
contrario, doblemente provechoso, siendo catalizada por la energía que predomina
en ese momento (el universo como proceso de aikido). Ser conscientes de esto,
de los cambios, de los ciclos y de las diferentes cualidades de los momentos,
es ya un paso importante para armonizar el cuerpo y la mente, ahorrar recursos
y almacenar energía.
Después de este acercamiento teórico, sigamos con una
aplicación práctica de la cronobiología con la intención de comprobar que esta
relación entre el hombre y el cosmos no es sólo analogía poética sino
correlación energética.
La praxis de la Luna
Hace unas semanas entrevisté al doctor Mark Filippi, cuyo Método somático descubrí leyendo Present Shock, de Douglas Rushkoff, analista de medios que quizás sea el más legítimo
heredero de Marshall McLuhan. Rushkoff
empleó el sistema de Filippi, basado en una conexión
entre las fases de la Luna y cuatro neurotransmisores básicos, para maximizar
su desempeño
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Los cuatro neurotransmisores y las cuatro fases lunares
Con el interés de que este método pueda ser estudiado de
manera sencilla y llevado a la práctica, revisemos los efectos particulares de
los distintos neurotransmisores y la clasificación que hace Mark Filippi en su sistema somático:
Filosomático—Acetilcolina-Luna Nueva/Cuarto Creciente:
La primera semana del ciclo lunar corresponde al
neurotransmisor acetilcolina y a una inclinación filial. “Cuando estamos
surcando en acetilcolina, nos volvemos más sensibles, más aptos a actividades
grupales y más receptivos emocionalmente”, dice Filippi.
Esta semana se caracteriza por mucha energía pero no tanta concentración. Rushkoff observa que en la semana de la acetilcolina “las
personas tienen buena energía y vivacidad, es genial para introducirla a nuevas
ideas”. La acetilcolina neurológicamente está asociada con la memoria y el
aprendizaje (fármacos que suprimen los receptores de acetilcolina afectan la
memoria y el aprendizaje). La luna nueva es el momento para iniciar nuevos
proyectos, para sembrar plantas pero también ideas, imágenes e intenciones y
aprovechar la energía ascendente.
Ontosomático—Serotonina—Cuarto Creciente/Luna Llena
La segunda fase de la luna, que va del cuarto creciente a
la luna llena, corresponde a la serotonina. Esta semana se tiene mucha energía y además mucha
concentración mental por lo que es ideal para la realización de trabajo
creativo. Esta es la semana en la que Rushkoff
escribió la mayor parte de su libro. Filippi
recomienda encontrar un espacio solitario para aprovechar estos momentos de
lucidez en los que nos acompaña nuestra musa. La serotonina participa en
numerosas funciones orgánicas, incluyendo un rol principal en la digestión (por
lo que muchas enfermedades gastrointestinales son tratadas con antidepresivos),
pero está sobre todo identificada con regular el estado de ánimo. En la semana
del cuarto creciente nos sentimos saciados y plenos. Este estado, sin embargo,
puede desbordarse y desfondarnos si no encontramos ese espacio reflexivo para
canalizar nuestra energía. En otras palabras, aunque muchas personas pueden
sentir la atracción de utilizar (y dilapidar) esta energía socialmente, es un
momento de trabajo y cultivación personal.
Ecosomático—Dopamina—Luna Llena/Cuarto Menguante
La semana de la dopamina, es una semana de distracción y divertimento, de
involucrarse en actividades sociales y ecológicas, con una cualidad empática.
La dopamina neurológicamente está asociada con las experiencias y los estímulos
que producen las experiencias, el placer, la recompensa y la excitación. En la
semana de la dopamina podemos aflojar y disfrutar lo que hemos hecho.
Exosomático—Noradrenalina- Cuarto menguante/Luna nueva
La semana en la que entramos en la fase de “huir o pelear”
(fight or flight), un estado defensivo en el que instintivamente
nos protegemos (ya que tenemos menos reservas). Hay mucho análisis, pero poca
inspiración. “Es un estado hiperbinario,
unidireccional y agresivo”, dice Filippi. Rushkoff bromea con que es como la mentalidad de Barack
Obama. Un regreso parcial al cerebro reptiliano. Si
no dilapidamos nuestra energía, será más fácil superar esta semana de
fragilidad nerviosa.
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Fuente
y artículo completo: http://pijamasurf.com/2015/04/el-cielo-en-el-cerebro-la-fascinante-relacion-entre-la-luna-y-los-neurotransmisores/