CARTA AL CUERPO QUE
ME CONTIENE...
Querido cuerpo…
Gracias. Gracias por contenerme desde el momento en que decidí
venir a esta gran aventura, porque sin ti nada de esto hubiera sido
posible.
No recuerdo si te
elegí, eso dicen, pero lo cierto es que no importa demasiado porque, desde el
minuto uno, fuiste el continente perfecto, sin rendirte, al acto traumático de
abandonar el que entonces era tu medio natural, luchando desde el primer
momento por la vida, para permitirme ser, estar, para gritarle a la vida:
¡estoy lista!
Gracias por hacer
tu parte de forma silenciosa, por encargarte de mantenerlo todo a punto, sin
darte importancia, como si nada.
Gracias por hacerme
respirar aún en los momentos en que no había ganas, por realizar ese proceso
alquímico de convertir lo que respiro, lo que como, lo que bebo en combustible
para vivir.
Gracias por tus
avisos, por tu dolor cuando erraba en forma de síntoma físico, por tu palpitar
deprisa cuando me encontraba de frente con el amor, por tu sed cuando olvidaba
hidratarme…
No siempre tuvimos
una relación fácil (la ingratitud de la juventud, supongo).
Y es que esos ojos que funcionaban
tan bien (gracias también por ello), te miraban sin verte.
Perdona a mi joven
ego por pensar que nunca eras demasiado perfecto. Que podría ser más bella, más
delgada, más lisa…
Perdona por sentir
que no eras merecedor de las caricias.
Perdona por culparte de no recibir un
amor cuando ni yo misma me amaba.
Perdón por esconderte y maltratarte,
por los excesos, por los maquillajes…
Y mientras tanto,
tú seguías sin fallarme, funcionando a pleno rendimiento, estirándote para dar
cabida a la mujer que se estaba formando, preparándote por si, en mi libre
albedrío, decidía prestarte para albergar otro cuerpo que un día contuviera
otro ser.
Y a veces también
te odiaba por ello, cada 28 días, pero tú seguías sin rendirte, seguías siendo
igual de eficaz, seguías conteniéndome y permitiéndome vivir…
Gracias de nuevo.
Y con el tiempo
descubrí que el problema no eras tú, sino yo.
Que era yo la que no estaba
cumpliendo con mi misión, que tú eras perfecto y que era en otro lugar donde
debía buscar el motivo de mi insatisfacción.
Que castigarte,
juzgarte, encerrarte no era sino la proyección de lo que estaba haciendo con mi
alma, con mi esencia.
Que la ceguera,la ingratitud de estar viva, de tener la capacidad
de amar y ser amada, de tocar y ser tocada, de maravillarme con las diferencias
y de ser la diferencia, me estaba haciendo equivocarme.
Que no estaba
mirando en la dirección adecuada con esos ojos que tan bien veían.
Y hoy, que tan
gastados funcionan menos bien, he aprendido a mirar, me he reconciliado con lo
que soy,
y puedo verte mejor.
Y ya no estás tan
terso.
Y ya muestras alguna cana.
Y aparecen en ti las huellas de la
vida, las marcas de cuando ambos contuvimos otra vida, las marcas de cuando
decidía someterte a rigurosas dietas para acabar atiborrándote de alimentos que
en poco ayudaban para tu buen funcionamiento, y que aún
así tú conseguías procesar.
Y ya no me parecen feas, y ya no me
parecen desmerecedoras de amor, todo lo contrario.
Ahora te amo y me
amo, amo el tandem que constituimos.
Y se que no es tarde. Se que nuestra
reconciliación es para siempre.
Empiezo a poner
consciencia en ti:
En la parte
interna, en cada órgano que trabaja para que cada día pueda disfrutar de la
vida, pueda crear mi vida.
En la piel, no
importa cuan bronceada esté, ni cuan lisa, ni cuan
luminosa, porque sigue permitiéndome sentir las caricias, el sol, el viento, el
calor y el frío; porque sigue siendo vehículo del amor…
En mis sentidos,
que me permiten deleitarme con aromas, saborear todo aquello que tú convertirás
en combustible, dejarme llevar por la música o por el sonido del mar, ver la
belleza que se esconde detrás de todo lo que me rodea, incluso detrás de mis
propios ojos cuando miran la imagen en el espejo.
En mis manos que me
permiten escribirte, ganarme el sustento, acariciar a los que amo, acariciarme
a mi.
En mis piernas que
me llevan, que me sustentan que me anclan a la tierra.
Y en esta
consciencia no cabe otra cosa que la gratitud,
la disculpa por los años de maltrato,
el compromiso de cuidarte como tú lo llevas haciendo tantos años, más allá de
la forma…
Se abre una nueva
etapa, porque juntos en Amor, la vida se nos ofrece y la vamos a saborear.
~ Anónimo ~