El Elefante Entero
Del libro El Despertar de Paul
Ferrini
En todos
los juicios que yo hago sobre ti, hay un juicio sobre mí mismo... Y ambos son igualmente
ciertos o falsos. Mientras piense que yo estoy en posesión de la verdad y tú no
lo estás, crearé separación, desigualdad y estableceré las bases para que el
sufrimiento se instale en mi vida. Lo mismo ocurre si pienso que tú posees la
verdad y yo no.
La realidad
es que ambos poseemos una parte de la verdad y una parte de ilusión. Los dos
miramos al mismo elefante, pero tú ves la cola y yo veo el tronco. Cuando se
mira por separado, la cola y el tronco parecen que no tienen nada en común.
Sólo cuando se ve la totalidad del elefante es cuando la cola y el tronco
unidos, cobran sentido. No importa cuanto me esfuerce, me es imposible ver el
significado de tu parte. La cola no comprende ni el porqué, ni la razón del
tronco. La única forma en la que admitiré tu experiencia es aceptarla como
cierta, de la misma manera que acepto la mía como tal.
Debo dar la
misma credibilidad a tus percepciones que a las mías. Hasta que no
establezcamos esta igualdad, la semilla del conflicto permanecerá entre
nosotros. No es necesario que diga que tú tienes razón y que yo estoy
equivocado. No necesito reemplazar mi verdad por la tuya, o vivir mi vida según
tus premisas. Ni tampoco es preciso que diga que tú estás equivocado y que
insista en que debes vivir tu vida según mis condiciones. Estas exigencias
provienen de la inseguridad y de la falsa creencia de que, para amarnos los
unos a los otros, debemos estar de acuerdo. No es cierto.
Para amarte
debo aceptarte tal y como eres. Es lo único que debo hacer. ¡Pero eso es
mucho! Aceptarte a ti tal y como eres, es una proposición tan profunda,
como aceptarme a mí mismo tal y como soy. Es una tarea formidable, dada mi poca
experiencia en este campo.
Permitir
que tengas tu experiencia es el principio. Aprendo a respetar lo que piensas y
sientes incluso cuando no me gusta o no estoy de acuerdo con ello. Incluso
aunque me disguste.
En lugar de
hacerte responsable del dolor que siento en relación a ti, aprendo a
enfrentarme a mi propio dolor. Mi reacción a tu experiencia -positiva o
negativa- me proporciona información sobre mí mismo.
El compromiso conmigo mismo y contigo es trabajar con mi propio dolor, no
responsabilizarte a ti de él.
Sólo cuando
te devuelva el don de tu propia experiencia, sin imponerte mis propios
pensamientos y sentimientos sobre ella, te amaré sin condiciones.
Cuando
acepte tu experiencia tal cual es, sin sentir la necesidad de cambiarla, te
respetaré y te trataré como a un ser espiritual.
Mis
pensamientos y sentimientos tienen importancia en sí mismos, pero no como
comentarios o acusaciones a tu experiencia. Al comunicar lo que pienso o siento
sin hacerte responsable de mis pensamientos y sentimientos, acepto mi propia
experiencia y permito que tú tengas la tuya.
En las
relaciones, al igual que en la conciencia, las dos caras de la moneda deben ser
aceptadas como iguales. Una persona no superará el conflicto hasta que la
experiencia de ambas haya sido respetada.
La
cuestión no es nunca el acuerdo, aunque lo parezca. La cuestión es: ¿Somos
capaces de respetar nuestra experiencia mutuamente?
Cuando
sentimos que la otra persona nos acepta tal y como somos, tenemos la motivación
para adaptarnos el uno al otro. Adaptarse es hacerle al otro un lugar junto
a nosotros; es no imponerse ni que se nos impongan.
Una vez que
se llega a la adaptación, ambas partes moran juntas. El hombre y la mujer, el
blanco con el negro, el rico con el pobre, los judíos con los cristianos.
Aceptar nuestras diferencias es honrar la humanidad que tenemos en común, es
bendecir mutua y profundamente la experiencia que compartimos.
De modo que
la cola y el tronco discutirán hasta ponerse morados y ninguno de los dos
ganará la discusión. Ambas experiencias son igualmente válidas. Al permitir que
esto sea posible, el elefante empieza a cobrar forma. Al aceptar la validez de
tu experiencia sin intentar cambiarla, sin intentar que sea algo más parecida a
la mía, mi propia experiencia empezará a adquirir un mayor significado. Cuando
te contemplo como a un igual y no como a alguien que precisa ser educado,
reformado o determinado, el significado de nuestra relación se revela por sí
mismo. Cuando se le da la bienvenida a cada parte, el todo empieza a tomar
forma y resulta más fácil comprender y apreciar el significado de las partes.
Un mundo
que pretende conseguir un acuerdo, encontrará conflicto y sectarismo. Un mundo
que proporciona un espacio seguro a la diversidad, encontrará la unidad
esencial para convertirse en entero. Frente a los opuestos tenemos dos
opciones: resistirlos o abrazarlos. Si los resistimos,
provocaremos un conflicto entre el yo y el otro. Si los aceptamos, los
integraremos como agentes dinámicos y originaremos una transformación alquímica
en el interior del yo.