Extracto del libro: “El Misterio del
Amor”
Dios es Amor. .. es Dar, no Tomar
¿Cuántas veces has oído que Dios es amor? ¿Cuántos de vosotros
habéis oído esa declaración? Levantad la mano. Dios es amor. ¿Qué quiere decir
eso? Bueno, da una especie de escalofrío en la espalda cuando alguien dice que
Dios es amor y luego lees los Diez Mandamientos, ¿no? Es un poco confuso, ¿no
es verdad? ¿Cuántos estáis de acuerdo? Bueno, yo también estoy de acuerdo.
Bien, vamos a comenzar por definir algo que tanto los poetas como
los compositores y los escritores, y los coyotes que le aúllan a la luna han
tratado de explicar, y eso es el amor. Dios es amor y tenemos que volver al
principio para ver cómo comenzó todo esto.
Ahora, si Dios es amor, maestros, entonces Dios se ha mantenido
como un secreto muy bien guardado durante muchísimo tiempo, porque las acciones
del amor no consisten en tomar, sino en dar. ¿Quieres apuntar eso?
El amor de Dios y llamar a Dios amor, se definen por el hecho de
que Dios te hizo nacer a la vida. Él te ha dado la vida y nunca te la ha
quitado. Así que si Dios es amor, el secreto del amor está en dar sin
condiciones. Tomar no significa amor. Tomar no significa amor; dar sí lo
significa.
Y todos conocemos ahora la historia de la creación y de cómo, en
nuestra conciencia separada, fuimos creados en una ilusión de túnel, y estamos
aquí abajo en
Entonces, esta entidad es lo que se llama Prima Materia*, porque
esta entidad, la primogénita del Principio Madre/Padre, hizo lo mismo para
darte ahora una situación desagradable/agradable. Actuó como el amor, te dio.
Hemos dicho, y lo has aceptado como una filosofía, que tu Dios es tanto
personal como trascendental. Que no sólo eres ese Dios, sino que te da la
ilusión de estar separado de él. Es trascendental. ¿Entiendes?
*
Ahora, maestros, vuestro Dios os lanzó al plano terrenal, y habéis
estado creando y evolucionando durante todo este tiempo. Estáis aquí fuera y os
habéis desplazado de Dios a la humanidad. Dios se vuelve trascendental en vez
de personal.
Pero si este Dios —cada uno de vosotros— de repente dijera: «No
más», en un instante olvidarías todo, desaparecerías y ya no existirías, nunca
jamás. Es más, el recuerdo de tu naturaleza continua se anularía
simultáneamente; nunca habrías existido. Así que este Dios te da la libertad
aquí abajo para que te cuelgues de su árbol y te columpies, para que juegues.
Entonces, si el secreto de Dios es el amor, ¿cómo interpretamos
ese secreto en nuestra propia vida? Yo lo encontré muy profundamente con mi
maestro. Y lo que mi maestro representaba para mí era lo que yo había reprimido
en mi interior, y eso era el Dios dentro de mí. Mi maestro reconoció la
oportunidad de «darme». Y él, en vez de salir corriendo y hacer que yo lo
matara, me dio todo lo que le quedaba. Y eso lo hizo noble.
Vamos a hablar de cómo podemos cultivar el amor y por qué es
importante. Si Dios es amor, entonces Dios es aquel que da y no aquel que toma.
He oído esto muchas veces recientemente. Los «tomadores» no son semejantes a
Dios. Los «dadores» son como Dios, porque estamos restableciendo el principio
divino dentro de nosotros. Yo era un tomador; no era como Dios. Mi maestro era
el que daba y se asemejaba a Dios, y me dio sin condiciones. ¿Cuántos de
vosotros entendéis? Ahora, el amor es el pegamento que mantiene todo unido.
Y entonces aquí tenemos que aprender, en una situación muy
difícil, la magia del amor y cómo es en realidad. Esta cultura, una cultura que
antiguamente destruyó los derechos de igualdad de las mujeres de estar a la par
con el hombre, ha creado, en esta línea de tiempo, una realidad que ha
originado un ambiente incivilizado, sin amor, indiferente, y venenoso, en el
cual los frutos de esa represión han causado toda serie de dilemas en la
naturaleza humana. Y lo único que tuvimos que hacer fue tomar a los hombres o a
las mujeres y quitarles su derecho divino, lo cual significa que por ser del
género femenino, se las consideraba inferiores, y por lo tanto, podían ser
usadas, abusadas, amontonadas y tratadas como ganado. Y si luego se rebelaban,
se creaba una enseñanza que decía que no tenían alma y que por lo tanto,
tratarlas como ganado, como posesiones y abusar de ellas no era pecado, puesto
que Dios os las había dado para vuestro propio placer.
Las atrocidades que se han cometido en el nombre de Dios y, en
verdad, en el nombre del amor, son innumerables. Para que el amor pueda
florecer debe haber una actitud como la que posee Dios, la cual se encuentra
generalmente en los niños jóvenes, quienes antes de que su conocimiento se
transforme en prejuicios, dogma, y en un carácter civilizado, dan amor a todo
el mundo. Nos deleitamos en los niños pequeños porque nos dan muy fácilmente y
lo único que nos piden es que los cuidemos. Les enseñamos a ser tomadores y los
entrenamos de tal manera que pierden su naturaleza dadora y amorosa.
El amor no existe en una civilización que no considera a todos
iguales. El amor existe en una civilización donde todos son iguales. Y, en
verdad, los hombres y las mujeres, sin importar el color de los ojos y la piel,
sin importar si son gordos o flacos, jóvenes o ancianos, deberían ser
considerados iguales. Y hay indicios en esta cultura de que no es así, porque
tendemos hacia lo bonito y evitamos lo feo. Tendemos hacia lo joven y
destruimos lo viejo. En tal cultura, Dios como amor no existe.
Ahora, siendo mis estudiantes, os he dicho durante muchos años que
mi gran amante era el Dios Desconocido y eso es exactamente lo que ocurrió en
mi vida. Mi iluminación llegó cuando, después de muchos años, comencé a
entender esto. En vez de seguir mi vieja naturaleza destructiva, seguí una naturaleza
más gentil, lo cual era algo muy extraño para mí. Sin embargo, al hacerlo creé
una nueva sociedad civilizada antes de marcharme de este plano. Entre mi gente
no había desiguales. Había Dioses y Diosas, y había querubines a los cuales se
consideraba Diositos pequeños: los niños. Y todos eran iguales.
Cuando hablamos del amor como una persona, y a quiénes amas en tu
vida y a quiénes no, es muy fácil para ti sentarte y señalar a las personas que
amas o de las cuales estás enamorado, y a las personas que no amas. ¿No es eso
interesante? Y, probablemente, las personas que amas son aquellas que te
dan. Las personas que no amas son las que no te dan. ¿Suena eso familiar? ¿A
cuántos de vosotros esto os suena a verdad? Así es. ¿Cuántos habéis dicho: «Si
me amaras, harías esto»? ¿Cuántos habéis dicho eso?
Somos un ser divino concebido por amor. Eso simplemente significa
que fuimos concebidos en un entendimiento ilimitado y nos fue dado un
entendimiento ilimitado. Dios dijo: «¡Ve ahí fuera, y haz que ocurra!
¡Hagámoslo juntos, y yo te apoyaré siempre!»
¿Cuántos habéis oído la historia del Hijo Pródigo? Bien. El Hijo
Pródigo es el que se llevó la herencia de su padre y la derrochó por ahí, huyó,
durmió con cerdos y todo lo demás. Era un tipo bastante asqueroso. Pero luego
regresa a casa descaradamente. Su padre le trae su propia túnica, su corona y
tesoro y le da la bienvenida con los brazos abiertos. Esa es la historia de
Dios y vosotros, porque vosotros sois los hijos pródigos. Dormís con cerdos.
Ahora, cuando podemos resolver el misterio de que Dios es amor, se
abre para nosotros una iluminación absoluta. Si comprendemos esta simple
declaración, sabremos entonces que cada vez que le hemos dado a alguien sin condiciones
hemos sentido el surgir de este sentimiento. ¿Cuántos habéis experimentado ese
sentimiento extraordinario al darle a alguien inesperadamente? Que así sea. Ese
sentimiento es amor.
Además, cuando las personas se enamoran, lo que realmente están
haciendo es entrar en una situación donde se dan mutuamente. Por eso es tan
poderoso y magnético. Cuando la gente se deja de querer es porque uno está
empezando a tomar más y el otro no está dando nada. Y muy pronto el dulce
sentimiento de dar empieza a deteriorarse, porque la idea o nobleza que
sostenía la relación sacrifica al amor por la acción de tomar.
Pero si has sentido esto al darle a alguien, has experimentado el
sentimiento mágico que ocurre cuando te enamoras de una persona. Esos
sentimientos son el mismo sentimiento; no son diferentes. Ése es el sentimiento.
Ahora imagina, si quieres, ese sentimiento en un nivel eterno
siendo Dios. Si es así como se siente, ¿entiendes ahora por qué Dios te ha dado
continuamente? ¿Cuántos de vosotros entendéis? Porque lo que Dios da en la
acción de dar, es amor. Dios está enamorado del amor. Dios está enamorado del
sentimiento de dar y de permitir que su cuerpo —el de él o ella— sea moldeado
otra vez en un reino nuevo. Ese sentimiento de dar es lo que Dios es, y todo
maestro que alguna vez haya honrado este plano ha procurado enseñar eso a la
chusma en el mercado; y enseñárselo de una manera a la vez noble y respetable.
Si aceptamos entonces que todo lo que Dios es, es amor, al recrear
este diagrama del Vacío contemplándose a sí mismo y creando luego la escalera
de Jacob* bajando hasta llegar a la masa molecular, veremos que todo esto fue
amado hasta llegar a tener vida.
*: La escalera de Jacob describe el sueño de Jacob que se cuenta
en
Has sido amado hasta llegar a tener vida. Tal vez no lo sientas el
domingo por la mañana cuando te despiertas después de una larga noche de sábado.
Quizás no sientas que el amor hizo que te despertaras, pero hay una fuerza
llamada vida que te ha amado y que experimentó puro gozo magnético al darte la
vida para que pudieras quejarte de ello el domingo por la mañana.
Ahora, ¿no es un enigma entonces que este maravilloso sentimiento
haya eludido a tanta gente durante tanto tiempo? Sus momentos han sido fugaces.
Y reinos completos han perecido, y ejércitos enteros han marchado hasta la
muerte sólo por amor. ¿Y qué hombre no traicionaría a su propia familia a causa
del amor? Parece ser el premio mayor de esta vida. Y la verdad es que lo es.
¿Por qué? Porque el momento en que expresas la acción de dar de
manera inigualable es el momento en el que mas te asemejas a Dios en toda tu
vida. ¿Quieres estar cerca de Dios? Pues sé Dios. ¿Y cómo eres Dios? Das y
amas. Das hasta que sientes ese amor; entonces te asemejas a Dios. Cuando te
separas de la gracia de Dios, no es que Dios te haya dado la espalda, sino que
tú has olvidado lo que significa la unión armoniosa del amor.
¿Y no imitas esto en todas tus relaciones? ¿No estás buscando a
alguien a quien amar o que te ame? ¿No esperas que tus hijos te amen? ¿No
esperas que tus hijos encuentren el amor y sean felices? ¿No estás descubriendo
que desearías que tus padres encontraran el amor y fueran felices? ¿No se
tratan de eso todas tus tarjetas de felicitaciones? ¿No es verdad? Lo es.
Así que si Dios es amor, destapamos el misterio cuando
preguntamos: «¿Qué significa todo esto?» Y lo que significa es que Dios es un
dador; que Dios es un dador, no un tomador. Mi viejo maestro era un dador y no
un tomador. Y esta noble entidad dejó que se extinguiera su pasado y continuó
dando hasta que se agotó toda la vida que había en él.
El amor es la acción de Dios de permitir que todo esto exista. Y
si nos decimos que queremos ser más semejantes a Dios, entonces ser semejante a
Dios significa volver a esa esencia y ese decreto originales y tratar a todo lo
que hay en tu vida con respeto, compasión, y entendimiento. No me importa si te
dan una bofetada en la cara, si te escupen en la cara, o si te insultan
terriblemente. Sí, eso duele. Sí, la supervivencia está incorporada a la
materia humana, a los genes humanos, causando que reaccione, responda, y se
haga territorial. Ésa es la naturaleza de la propia bestia que habitas. El día
que seas más amable, considerado, y caritativo —y necesitas ser así
especialmente con aquellos con los que no quieres ser así en absoluto— será el
día que comprendas lo que es ser un verdadero maestro. Comprendes lo que es ser
Dios y lo que es sentirse como Dios. Entonces comienzas a cultivar en tu vida
un jardín que es más abundante de lo que yo te puedo decir.
Si nos hemos perdido este dulce misterio en nuestra vida, es
porque no hemos entendido bien, fuimos tomadores en vez de dadores y pensamos
que todo el mundo nos debía algo, en vez de preguntarnos a nosotros mismos qué
podíamos dar. Entonces serás Dios. Porque os digo una cosa, mi bella gente: no
importa cuán difícil sea vuestra vida, no hay nadie ni nada en esa vida que
pueda imponerse frente al amor; nadie, nada. Y no importa cuán sombríos y
desesperados os sintáis, no hay desesperación que no pueda ser sanada simplemente
mediante la acción de permitiros y amaros a vosotros mismos.
Estas acciones son las acciones del gran Yo, el gran centro.
Lo que te ha puesto enfermo en el alma es que has sido grosero y
malo con la gente, has esparcido mentiras acerca de la gente, has sido
envidioso de la gente y la has calumniado, y tú lo sabes en tu corazón. Es una
enfermedad que tarde o temprano afecta al cuerpo. Y luego odias a la gente
porque no te ama. Sin embargo, no te ama porque tú mismo no te amas.
Si tienes una relación en la que piensas que todo se te debe,
entonces no has dado con el significado de la relación. Ten una relación en la
cual todo surja de ti hacia fuera y no de afuera hacia ti. Todo se debería
considerar desde este punto de vista: ¿Qué puedo dar yo? ¿Cuánta sabiduría
puedo ofrecer? ¿Qué buenas obras puedo hacer? Y no, ¿qué harán ellos por mí?
Y lo que te han contado a través de la historia y en algunas
religiones es que cuando haces algo por tu hermano y tu hermana y por aquellos
que no lo reconocen aquí en
Así que deberías afrontar y cambiar cualquier reto que disminuya
tu capacidad de ser semejante a Dios. Amarte a ti mismo es ser eso. No esperes
que la gente te ame; ámate tú. Cuando lo hagas, entenderás lo que te estoy
diciendo aquí. Entonces los pájaros se posarán en tus manos, y el león vendrá y
se acostará a tus pies, y podrás caminar en un bosque moteado y todas las
tiernas criaturas se acercarán a ti y no huirán de ti porque estás irradiando.
Tú eres el gran dador y beberán de tu fuente. Entonces puedes curar a las
personas porque está en ti amarlas. Sin eso no puedes curar. El amor es el
bálsamo que cura todos los males.
Y entonces, ¿qué le dices a tu Dios al final del día? «Dios, ¿qué
tan noble fui hoy? ¿Dónde fracasé y cómo puedo mejorar?» El fracaso no es
pecado; es reconocimiento. No es pecado; es ser consciente. Y si dices: «Tráeme
de nuevo esa situación. Déjame tomar parte en ella otra vez. Te pido que la
manifiestes de nuevo», entonces Dios te traerá la situación de nuevo y la
repetirá. Y entonces te tocará afrontarla. Y tendrás que afrontarla desde el
punto de vista de cómo lo puedes hacer mejor. ¿Entiendes?
Ahora sí tengo un hombre noble y una mujer noble que están
seriamente interesados en ser Dios, y Dios ya no es un misterio tan grande; es
la simple acción de sentir esa conexión unificada con toda la vida. Y si todos
los días te levantas con ese modo de pensar, tus días se enriquecerán y tus
bendiciones serán más numerosas que las gotas de lluvia que caen en esta
región. Y son muchas, ¿no es verdad?
Por lo tanto, ¿qué tienes al final de tu vida? Cuando alguien te
dice: «¿Qué te hace feliz?», tú deberías decir: «Todo». «¿Qué te hará feliz?»
«¡Todo!»
«¿Qué te molesta?» «Que no puedo dar suficiente.»
Ahora, todo esto se trata de ti. Todo este drama tiene que ver
contigo. Y todo este drama se está representando como nubes de tormenta. Y mira
quién está observando. (¡Tu Dios!)
«¡Eso es! ¡Sigue haciéndolo! Nunca te abandonaré. Tienes mucho
tiempo para jugar a este juego. ¿Me estás tratando de decir que quieres
regresar aquí y hacer esto de nuevo? ¡Entonces, cariño, que así sea! ¡Puedes
tener todo lo que quieras!»
¡Dios mío! ¡Adoro al Vacío! Amo a Dios porque, por muy despiadado
que fui, no importó. Lo único que importó fue lo que llegué a ser a
consecuencia de eso.
Así que hoy recibiste una lección espléndida sobre el amor y
adquiriste muchísimo conocimiento. Y podemos tomarlo y aplicarlo a distintas
situaciones. Y lo podemos refutar con las cosas más hediondas que te puedas
imaginar. Y siempre se reducirá a lo siguiente: ¿Qué has dado? ¿Cuánto has
perdonado? ¿Cuánto has permitido? ¿Qué tan lejos estás dispuesto a ir? ¿Dónde
está tu límite? ¿Qué tan fuerte eres en realidad? ¿Cuánto amor tienes
realmente? ¿Podemos encontrar el fondo? ¿Es posible? ¿Entiendes?
Si somos, en definitiva, toda la vida y la gran telaraña azul
brillante, —todas las telarañas de la conciencia conectadas unas con otras— si
somos esos hilos tan delicados que relucen, entonces esto es solamente
temporal. Y sólo estamos viendo el campo de la vida a través de estos ojos. En
realidad, tenemos la oportunidad de verlo a través de todas las vidas, todos
los ojos, y todas las criaturas. Dios no es singular; deberías saber eso. Dios
es la totalidad de todo. Y es el amor de Dios lo que nos permite a todos existir
de esa forma. Somos, maestros, criaturas de transición.