Cómo vibrar
con la frecuencia de nuestra auténtica Esencia
(Extracto del libro “Essence” de Kishori Aird, autora
de
El ADN sin misterio, Libro 1
Guía práctica de reprogramación de las trece hélices
al punto cero
El ADN y la elección cuántica. Libro 2.
Guía práctica de reprogramación de las trece hélices
al punto cero)
«Actualmente nos encontramos en el punto de transición entre dos épocas: por un
lado estamos desesperados por la violencia y los cataclismos ecológicos que se
propagan en nuestro planeta y, por otro, nos sentimos estimulados por las
incesantes innovaciones y los nuevos modelos biológicos y físicos. Es
sorprendente constatar hasta qué punto las estructuras antiguas pueden ser
maleables durante los periodos de turbulencia. Nuestro pensamiento colectivo se
hace entonces permeable a conceptos totalmente inusuales.
A lo largo de mis treinta años de práctica
espiritual, he sentido que se operaba un cambio de frecuencia en el planeta.
Estoy convencida de que por fin ha llegado el momento de transformar los viejos
paradigmas en los que se basan nuestros programas genéticos humanos.
Estoy persuadida de que vivimos en una época
en la que debemos apropiarnos de nuevo de la herencia colectiva que reside en
el centro de cada una de las células de nuestro cuerpo, y todo indica que las
circunstancias planetarias actuales son propicias para ello.
Ya sabemos que nuestras actitudes mentales y
emocionales influencian nuestra salud y nuestra evolución. Entonces, también
podemos cambiar los programas que nos gobiernan. Podemos convertirnos en
participantes conscientes, en «innovadores imaginativos».
El
Punto Cero espiritual
Ha llegado el momento de encontrar nuestro
“poder esencial” y terminar con la polarización inherente a la dualidad. Esta
polarización sobreentiende que, cuando creo únicamente a partir de la luz,
genero forzosamente una fuerza negativa en otra parte.
Hemos llegado a la etapa de nuestra evolución
en la que debemos integrar estas dos polaridades. Para llegar a ello, debemos
dejar de tomar partido por una u otra polaridad e ir más allá de la polaridad
positiva (la luz) y de la negativa (la sombra). La coexistencia de las
polaridades opuestas es lo que llamo Punto Cero.
El Punto Cero es una experiencia magnética en
la que elegimos acoger simultáneamente los aspectos negativos y positivos de
nuestras experiencias.
Para comprender mejor el Punto Cero, pensemos en
el tai chi. Para los que practican esta disciplina, todo el cuerpo está
fluyendo y en movimiento. Olvidemos por un momento a la persona que practica
esta disciplina y sigamos el recorrido de sus manos. Sumérjámonos en su danza
fluida y elegante. Es así como se puede representar al Punto Cero: como dos
polaridades en movimiento que comunican entre si y se equilibran sin que
ninguna de ellas predomine.
Imaginemos que una de las manos decidiera
bruscamente tomar el control y se inmovilizara o decidiera moverse
independientemente de su compañera. La fluidez se terminaría, se escaparía el
equilibrio y la gracia.
El movimiento se desequilibraría
automáticamente y terminaría por paralizarse y hacerse rígido. Eso es estar
polarizado: la mano que toma el control, como una polaridad predominante,
interrumpe la coreografía y la corriente no se reestablecerá hasta que las dos
manos estén interactuando de nuevo.
Todos tenemos momentos en los que nos
paralizamos. Esto se debe a un programa inconsciente y puede sobrevenir en
múltiples situaciones. Esto sucede cuando el proceso por el que pasamos está
polarizado por la vergüenza o por el miedo: nos paralizamos y la única manera
de ponernos de nuevo en movimiento es unir la vergüenza o el miedo con su
polaridad opuesta, por ejemplo, la confianza en uno mismo. Incluso si vivimos
en un mundo polarizado, podemos seguir fluyendo gracias a la coexistencia del
Punto Cero. Podemos unificar nuestras intenciones y peticiones y vivir en el
estado de amor del Punto Cero.
El estado de amor se sitúa más allá de las
polaridades positiva y negativa. En este estado, el bien y el mal, la luz y la
sombra, lo bueno y lo malo y cualquier otra manifestación de la dualidad
coexisten en un punto de equilibrio llamado Punto Cero. El Punto cero no es un
estado neutro. El Punto Cero no es estático. Es multidimensional, está en
continuo movimiento y se mantiene en un espacio que cambia continuamente. Si el
Punto cero está constantemente en movimiento, es que la fuerza positiva de la
luz y la fuerza negativa de la sombra cohabitan en él sin anularse, a pesar de
sus polaridades opuestas.
Equilibrando las dos polaridades en nosotros,
elegimos vivir en la compasión y en el amor. Si llegamos a integrar las cargas
positiva y negativa de nuestras vivencias, crearemos inevitablemente una vida
equilibrada y armónica. Creo que estamos preparados, a partir de ahora, para
integrar las polaridades y crear una nueva realidad basada en el estado de amor
en el Punto Cero porque ya hemos experimentado muchas veces el desequilibrio
entre ellas.
Si salimos del estado de amor del Punto Cero,
estamos polarizados, ya sea en el bien o en el mal, en la luz o en la sombra,
etc. Ahora bien, ¿qué sucede cuando realizamos una tarea, un proyecto o una
actividad en este estado? Creamos su opuesto al mismo tiempo. Por supuesto,
nuestras acciones polarizadas pueden conducirnos al resultado deseado.
Pero si miramos más de cerca, con más
detenimiento, veremos que nuestro proyecto ha exigido más tiempo, energía y
estrés de lo necesario. También es posible que el resultado final, aunque
aceptable, no sea apropiado para nuestra situación personal. Pero como este
proyecto está polarizado y por lo tanto sometido a la ley de la retroacción,
creará automáticamente su contrapartida o manifestación contraria a nivel
energético.
El único medio de salir de este círculo
infernal, consiste en acoger las cargas negativas, utilizarlas e integrarlas
para que se conviertan en polos de un imán que atraigan a nuestra vida todo lo
que necesitamos. Es difícil mantener una carga positiva muy fuerte cuando la
carga negativa es débil. Y más difícil todavía manifestar sólidamente nuevas
realidades si la fuerza magnética es insuficiente para que se «peguen» a
nuestra vida como imanes en la puerta de una nevera.
La integración de las cargas negativas es un
poderoso proceso. Imaginad la intensidad que tiene la carga del enfado
acumulado desde hace años frente a un padre abusador. Si pudiéramos medir la
amplitud energética de este enfado, estaríamos impresionados por su fuerza
magnética. Una vez integrada esta carga, se convierte en un polo negativo
formidable con el que podemos armonizar un polo positivo equivalente sin
necesitar ese enfado. Es el tipo de armonización lo que constituirá a partir de
ahora nuestro poder de manifestación.
Para visualizar mejor el Punto Cero, imaginad
un “globo de cumpleaños” lleno de agua, flotando en medio del océano, sacudido
según las variaciones climáticas y las olas. El Punto cero se sitúa en medio de
ese globo. Un punto en equilibrio constante, en el centro del globo, a pesar de
las turbulencias exteriores.
También se puede ver el Punto Cero como un
punto ficticio en medio de una línea recta que implica una polaridad negativa
en un extremo y una positiva en el otro. Sin embargo, yo prefiero utilizar la
imagen de la esfera. En el Punto Cero, la fuerza positiva se revela óptima en
razón de su potencial puesto en acción por la presencia de la fuerza negativa
correspondiente, manteniéndose ambas en perfecto equilibrio. Por lo tanto,
vamos a imaginar que dos fuerzas opuestas puedan coexistir en el mismo espacio
sin unificarse, como los dos polos de un imán.
Cuando ahora utilicemos la carga magnética de
una emoción que en otro momento hayamos sentido como inquietante y debilitadora
para crear lo que queremos en el Punto Cero, ya no veremos esa carga negativa
como algo contra lo que tengamos que luchar sino como una fuerza creativa.
Este es un ejemplo para formular una intención:
“Elijo divertirme, incluso si estoy cansado”. Para reforzar la idea de que
englobamos todas nuestras emociones en nuestra intención, podemos sustituir a
veces la fórmula “Elijo... incluso si...” por “Elijo... al tiempo que/a la vez
que/aunque (me divierto, tenga miedo, dude de mí, tenga dudas, etc.).
Poco importa la fórmula, lo importante es
crear incluyendo todas nuestras emociones. Haciendo esto, sentiremos que una
nueva energía circula y vibra en nuestro interior. Experimentaremos un sentimiento
de poder y resolveremos nuestros conflictos muy rápidamente, puesto que
sacaremos partido de ellos en lugar de evitarlos.
A menudo oímos decir que tenemos que dominar
nuestro miedo porque el simple hacho de pensar en él acentúa su poder sobre
nosotros. También se dice que el miedo es tan poderoso que puede concretar lo
que nos asusta.
Ahora bien, es precisamente este poder el que
queremos explotar en el Punto Cero. Permitiendo que nuestros miedos coexistan
con nuestras esperanzas y nuestros proyectos en el Punto Cero, canalizamos este
poder. Al introducir una emoción tan fuerte como nuestras intenciones,
orientaremos el poder del miedo de manera que responda a nuestras necesidades.
En lugar de tener miedo de la decepción que
puede sobrevenir tras un momento de felicidad, reconoceremos y acogeremos este
sentimiento. Así, haremos que sirva a nuestros intereses en lugar de
perjudicarnos. Tomemos el ejemplo de una reunión, como un congreso o una cumbre
de Estado. ¿Habéis observado que, incluso si se hace todo lo posible para
rechazar a los alter-mundialistas, las multinacionales no llegan a hacer que
desaparezcan por completo? El hecho de rechazar una energía que nos da miedo o
nos molesta, no hace que ésta desaparezca.
Un día, una conocida mía exclamó: “Cada vez
que invoco la luz y vivo una experiencia extraordinaria, sufro después un revés
negativo”. Yo experimentaba lo mismo. Después de un viaje extraordinario,
siempre me encontraba confrontado a enormes dificultades. A cada experiencia
espiritual fuera de lo común, le seguía un periodo de integración (a lo largo
del cual me encontraba sometido a “diferentes pruebas”, como la obligación de
desintoxicarme o alguna otra cosa por el estilo), como si siempre tuviéramos
que pagar un precio por nuestras experiencias felices.
Ahora que incluyo mi decepción en estas
experiencias, ya no tengo reveses negativos. El efecto rebote de los regímenes
de adelgazamiento constituye otro ejemplo de este fenómeno. Al principio, la
persona se priva de determinados alimentos para estar más delgada y sentirse
mejor en su piel o para esclarecer su conciencia. Unos meses más tarde, vuelve
a engordar muy a su pesar. Las dietas son un ejemplo perfecto de este fenómeno
de polarización que termina por engendrar estancamiento y frustración en lugar
del dinamismo previsto.
Hay que comprender que
ponerse en el Punto Cero no quiere decir “abandonarse”. Al contrario, se trata
de mantener dos polaridades diferentes en el mismo espacio. No necesitamos
realizar un esfuerzo continuo y especialmente difícil para llevar todo el peso
de nuestras debilidades como si tuviéramos miedo de ellas. ¡Ese es precisamente
el error! Hay que permitir que existan junto a nuestros lados buenos. Tomemos
el caso de una persona a la que le atormentaba la idea de encontrarse de nuevo
con su ex-cónyuge en el tribunal de justicia para obtener el divorcio. Se había
preparado bien y tenía todos los documentos necesarios. Había elaborado sólidos
argumentos y se disponía a presentarlos con la cabeza bien alta.
Ahora bien, esta imagen perfecta de si misma
negaba el miedo, el enfado y las heridas que había sentido anteriormente.
Polarizada de esta manera, su actitud denotaba un fallo importante que su
adversario podría atacar con toda tranquilidad sin ningún problema. A la salida
del Palacio de Justicia, esta persona se sentía aniquilada y no comprendía el
porqué.
Retomemos este ejemplo e imaginemos que esta
persona se presenta en el tribunal, bien preparada y orgullosa de si misma
pero, esta vez, en el Punto Cero. Ninguna parte de ella habría sido
arrinconada, ningún aspecto habría dejado de incorporarse en su círculo de
fuerza ni se debatiría entre uno y otro lado. Estaría centrada y con límites
sanos. Sus partes positivas y negativas coexistirían en un todo circular. Estaría
impulsada por una intención clara en el Punto Cero y se presentaría ante su
adversario sin fallos, haciendo que coexistieran su certeza de ganar con su
temor a fracasar. Está claro que el resultado de su encuentro sería muy
diferente.
Otro error muy común consiste en creer que
estar en el estado de amor en el Punto Cero significa no tener límites y estar
al servicio de todo el mundo. Una persona me explicaba hasta qué punto era
importante para ella consagrarse a una causa y estar al servicio de ésta. Sin
embargo, se sentía frustrada porque con frecuencia se sentía engañada por
aquellos que intentaba ayudar.
Le respondí que eso era porque su abnegación
no estaba en el Punto cero. Es importante que estemos en el Punto Cero en cada
una de nuestras decisiones. Si, un día, estar en el Punto cero significa
consagrarse a otro, pues bien ¡que así sea! Al día siguiente, el Punto Cero
podría encontrarse en otra parte puesto que es cambiante. Nuestra intención es
vivir en el Punto cero y no ayudar o no a tal o cual persona.
Tomemos ahora el ejemplo de una mujer cuya
madre se ha trasladado a menudo y sufrido fuertes cambios cuando estaba
embarazada de ella. Ahora que la mujer es adulta, su vida es con frecuencia caótica
y desordenada. A menudo se siente confusa y perdida. Cada vez que se encuentra
en tal estado, se reactiva su antigua herida.
Es en ese momento cuando puede elegir y hacer
que coexistan el caos y la serenidad. Puede mantener estos dos opuestos presentes
a través de la intención en el Punto Cero y experimentar su equilibrio del
Punto Cero sin tener que modificar ni borrar su pasado. Estar en el Punto Cero
implica que comprendamos nuestros límites humanos y los acojamos con amor. La
unión de la luz y la sombra puede producir un resultado extraordinario y
poderoso, pero también será confortable y se tolerará, porque esta unión es
apropiada y genera amor...
Los estudiantes que han trabajado con el Punto
Cero, hablan con frecuencia de un estado de comodidad y bienestar que exige muy
poco esfuerzo. Cuanto más elijamos estar en el Punto cero, más viviremos
experiencias y estados emotivos nuevos. Esta nueva forma de pensamiento
engendra una gran libertad y un profundo sentimiento de amor. La paleta de colores
de las experiencias en el Punto Cero es mucho más variada que el negro, el
blanco y el gris a los que estamos acostumbrados. Nos deja acceder a nuevas
realizaciones y a nuevos datos.
Vosotros también experimentaréis un
sentimiento de plenitud cuando os permitáis sentir a la vez irritación y placer
sin que esas dos experiencias tengan que fusionarse por ello. Este concepto
inédito os dará quizá mucho que hacer al principio, porque es como si tuvierais
una carga positiva en una mano y una negativa en la otra, y ambas se rechazaran
entre si en vuestro interior.
La clave consiste en ver esta experiencia como
una experiencia de laboratorio y observar lo que ocurre cuando elegís
intencionadamente estar en el Punto Cero. De repente, la tensión interior se
disuelve y una energía inusitada pero armónica surge en vosotros. Simplemente
permitís que coexistan vuestras dos emociones en el mismo espacio como lo hacen
los dos polos de un imán para crear un campo magnético. Podréis sentir ese
campo. ¡Pedid el Punto Cero y esperad! El campo creado por la coexistencia de
dos fuerzas opuestas es la vibración del Punto Cero.
Hagamos una prueba y tomemos uno de nuestros
miedos, como el no sentirnos nunca seguros porque pensamos que no tenemos
derecho a ello. Permitámonos sentir este miedo a la vez que resistimos la
tentación de rechazarlo. En este espacio exiguo, podemos hacer que vibren
simultáneamente un sentimiento de expansión y un sentimiento de seguridad.
Podemos hacer que vibren la sombra en la luz y la luz en la sombra. Mantengamos
la tensión de estas fuerzas contrarias hasta que sintamos que nuestros límites
se disuelven y experimentemos un mayor bienestar que si estuviéramos
polarizados.
¿Cómo alcanzar el Punto Cero o aproximarse de
manera regular y constante? Utilizando el poder de la intención. Por ejemplo,
cada mañana al despertaros, podéis formular la siguiente intención: “Hoy, elijo
estar en el Punto Cero incluso si no sé cómo”. También podéis ejercitaros
poniendo todos los incidentes de vuestra vida cotidiana en el Punto Cero. ¿Os
pone nerviosos el mecánico del coche?
Cambiad vuestra frecuencia diciéndoos
interiormente: “Elijo vibrar en otra frecuencia aunque me sienta frustrado/a
por la actitud del mecánico” ¿Estáis haciendo cola en la caja de una tienda y
empezáis a impacientaros? Decid: “Elijo poner esta experiencia en el Punto cero
aunque me irrite la lentitud de la cajera”.
Utilizando así los pequeños acontecimientos
cotidianos, acumularéis experiencias en el Punto Cero. Una vez que hayáis
amasado las suficientes, descubriréis una nueva manera de vivir y, en lugar de
estar gobernados por vuestros viejos programas, empezaréis a vivir experiencias
originales”.
Extracto del libro “Essence” de Kishori Aird
http://puertasestelares.blogspot.com/2010/12/fisica-cuantica-adn-e-integracion-de-la.html