Los riesgos de
los teléfonos móviles
Publicado el
01.04.2010.
Los riesgos
de los teléfonos móviles
El doctor
Juan Carlos Giménez, experto en radiopatología, ofrece aquí una síntesis sobre las
radiaciones que emiten los teléfonos portátiles. Sin crear falsas alarmas,
señala precauciones a tomar por los usuarios.
Autor Dr. Juan Carlos Giménez.
Fuente Fundación Centro
Diagnóstico Nuclear.
Recientes desarrollos en
telecomunicaciones y tecnología inalámbrica han ocasionado un aumento en el
número de diseños y sistemas que emiten energía electromagnética.
Radiaciones no ionizantes (RNI) es el término aplicado a todas las formas
de radiación electromagnética, que aún con elevada intensidad, no tienen
capacidad para producir ionización.
Las RNI extienden el
espectro electromagnético con frecuencias entre 0 Hertz , (Hz) y 300 Gigahertz, (GHz), y se pueden
subdividir en:
• radiaciones
ultravioletas UV(natural : solar y artificial; lámparas fluorescentes,fuentes
incandecentes, cama solar, etc)
con longitudes de onda entre 100 y 400 nanómetros (nm)
de radiación óptica;
• radiación
visible, con longitudes de onda entre 400 y 760 nm
de radiación óptica;
• radiación
infrarroja IR (termografía, fototerapia), con longitudes de onda entre 760
nanómetros y 1 milímetro de radiación óptica;
• radiofrecuencia
(RF), incluida microondas MW (teléfonos móviles, teléfonos inalámbricos de
las casas, WI FI, hornos de microondas, radares, estaciones de radio y
televisión, comunicación satelital, entre otros muchos emisores) con
frecuencias comprendidas entre 300 Hertz y 300 Gigahertz
y sus correspondientes longitudes de onda entre 1000 Km
y 1 milímetro y las extremadamente bajas frecuencias, ELF (particularmente
líneas de transmisión de energía eléctrica de 50 y 60 Hz) con frecuencias
inferiores a los 300 Hertz.
La
implementación de estos desarrollos ha resultado en la exposición a los
campos electromagnéticos de un gran número de trabajadores y especialmente
del público.
El teléfono móvil es un
transmisor y receptor de RF, cuyas frecuencias varían entre 800 MHz y 2 GHz, aunque el
desarrollo de nuevos aparatos tiende a producir frecuencias más altas.
Cuando se usan apoyados sobre la cabeza durante las comunicaciones, esta se
encuentra en el llamado “campo cercano” del teléfono, dado que la distancia
desde la antena es de unos pocos centímetros, del mismo orden de magnitud
que la longitud de onda de la radiación emitida, lo que facilita su
absorción en los tejidos.
El sistema implica la comunicación entre los teléfonos móviles y las
estaciones de base, que dan cobertura en áreas específicas, llamadas
células.
Las antenas de las estaciones de base están montadas sobre edificios o
levantadas en torres, de por lo menos 15 metros de altura y tienen un
específico ordenamiento vertical que origina un haz de RF con un muy
estrecho ancho de banda vertical de 7 a 10 grados y un ordenamiento sobre
un ancho de banda horizontal de 60 a 120 grados.
Bajo estas condiciones los componentes eléctricos y magnéticos de la RF
varían inversamente con la distancia y la densidad de potencia, con el
cuadrado de la distancia. Bajo estas condiciones las autoridades
regulatorias pueden demostrar el cumplimiento de las normas, comparando las
cantidades medidas o calculadas con los límites establecidos en las normas.
Los teléfonos móviles han sido diseñados para no exceder los límites de
exposición del público recomendados por organismos internacionales y
aprobados por los nacionales.
Los límites se basan en estándares preparados por organizaciones
científicas independientes mediante la evaluación de estudios científicos,
a partir de estudios a nivel celular, en animales y epidemiológicos y
voluntarios en humanos. Los estudios a nivel celular facilitan la
comprensión de los mecanismos de acción de la RF, pues permiten el control
de variables biológicas y débiles efectos, que pueden ser identificados sin
ser enmascarados por las respuestas regulatorias de todo el organismo.
Los estudios con animales evalúan la respuesta integrada del cuerpo,
indican el probable tipo de respuesta en humanos, pero su extrapolación a
humanos es difícil debido a las diferencias en las distintas especies de la
capacidad regulatoria funcional.
Los estudios de exposición en humanos se han realizado por investigaciones
epidemiológicas de poblaciones de trabajadores y público expuestas a distintas
fuentes de RF y por estudios en voluntarios. Los resultados de la
interacción de la RF con los tejidos de nuestro cuerpo pueden ser térmicos
y se suponen también atérmicos.
Se considera más representativo de la interacción, a los campos eléctricos
de la RF, cuyos probables mecanismos serían, entre otros, la polarización
celular, el flujo neto de corriente, el desenrrollamiento
de proteínas.
Aunque algunos tejidos tienen magnetita, la interacción no es mayor que con
los tejidos que no la contienen. El calor inducido en el cuerpo por la
exposición a la RF, aumenta hasta que es balanceado por la tasa de
remoción, dependiente de los mecanismos regulatorios, principalmente por la
circulación de la sangre.
La cantidad física que mide la exposición, es la tasa de absorción
específica, SAR (specific absortion rate), definida
como la potencia absorbida por unidad de masa, cuya unidad es el W/Kg, que se promedia sobre la parte expuesta del cuerpo.
Así por ejemplo se ha estimado un incremento de temperatura en la cabeza de
0,11 °C, con un teléfono móvil de 915 MHz, una antena dipolo de 0,25 vatios W de potencia de
salida y un SAR de 1,6 W/kg.
Los límites de exposición establecidos en las normas, se basan en la
adopción de un estándar. La base para establecer un estándar consiste en
determinar un nivel de exposición llamado umbral, debajo del cual no se han
observado efectos adversos en el corto plazo.
No obstante, de acuerdo a la precisión de los conocimientos de los efectos
adversos conocidos, existirá un rango de incertidumbre, según el cual
deberá ser necesario aplicar un factor de seguridad, para definir
finalmente el límite de exposición, que comprende la extrapolación de datos
de experimentos con animales.
Así la determinación del SAR actual, se ha establecido aplicando un factor
de seguridad de 50, es decir que el límite de exposición es un valor 50
veces inferior al umbral de exposición que ocasiona efectos adversos
agudos.
Efectos adversos agudos solo se han observado con exposiciones
significativamente superiores a los límites establecidos. Se realizaron
numerosos estudios sobre exposiciones a la RF en la cabeza, evaluando
cambios funcionales en el cerebro y sobre la conducta y con exposiciones en
todo o gran parte del cuerpo, analizando posibles efectos sobre la
reproducción, el desarrollo, la respuesta inmune, el sistema cardiovascular
y la carcinogénesis.
La evidencia de efectos atérmicos, sin incrementos de temperatura, no son
ignorados, aunque aún no han sido convalidados, como por ejemplo, los efectos
sobre la cognición. Con frecuencias e intensidades similares a las
exposiciones con teléfonos móviles no se han evidenciados efectos adversos
tempranos.
Numerosos estudios epidemiológicos han investigado correlaciones entre
exposiciones a RF de bajo nivel, durante tiempos prolongados y efectos
adversos a la salud. Sus resultados no han sido consistentes debido, entre
otros factores a las dificultades en precisar las exposiciones recibidas,
el número necesario de personas analizadas, el tiempo de uso del teléfono
móvil, el corto tiempo de seguimiento de las personas para evaluar la
inducción de enfermedades que tienen períodos de latencia prolongados, como
el cáncer, así como sesgos debido a distintas condiciones de las personas y
a los controles de las respuestas de los cuestionarios formulados.
La incertidumbre actual es por lo tanto sobre el riesgo de efectos tardíos,
enfermedades malignas principalmente, tumores cerebrales y de parótida.
Esto ha ocasionado la preocupación de organismos expertos internacionales,
nacionales y del público. Con tal preocupación la Organización Mundial de
la Salud ha desarrollado una agenda de investigación y base de datos, http://www.who.int/peh-emf/es/index.html, para proveer la necesaria información
para evaluaciones de riesgo.
Mientras tanto, debe ser
vigente el Principio de Precaución , según el cual
“el avance científico y tecnológico debe aumentar la calidad y expectativa
de vida, con riesgos suficientemente pequeños, aceptables para la mayoría
de las personas, sin limitar el futuro progreso”. Para tal propósito, la
evaluación de riesgos debe reunir la cantidad y calidad de la información
necesaria, bajar los límites de detección de los factores de riesgo, determinar
los umbrales de daño, estimar la probabilidad de ocurrencia, recomendar
sólidos límites de exposición. La precaución a que nos referimos pude ser
naturalmente integrada en el sistema de salud, complementando las acciones
de prevención.
En tanto distintos grupos científicos han recomendado a los usuarios de
teléfonos móviles:
1. Telefonear lo necesario y
hablar poco tiempo. Los niños no deberían usar el celular;
2. Esperar a que se produzca
la llamada para acercar el teléfono al oído;
3. Procurar no telefonear
dentro de los vehículos, porque el efecto campana que se produce en ellos
aumenta el nivel de exposición;
4. Alejar el celular del
cuerpo mientras se envía un mensaje ;
5. Procurar no transportar el
aparato encendido encima, sino en maletines o bolsos, si es necesario
llevarlo en el cinturón, apagarlo u orientarlo de modo que el lado del
teclado quede apuntando hacia el cuerpo;
6: Tratar de apagar el
celular durante la noche y si debe permanecer encendido, no dejarlo cerca
de la cabeza;
7. Evitar usarlo para
escuchar música o jugar;
8. El cable de los
auriculares también transmite radiación. Elija un sistema manos libres
equipado en sus últimos 20 cm con un tubo hueco con aire en su interior;
9. Los sistemas sin cables
provocan igualmente una radiación apreciable, por ello conviene mantenerse
lo más alejado posible de las antenas emisoras.
10. Debido a que en ciertas
circunstancias las emisiones de RF pueden ocasionar interferencias se
recomienda apagar el teléfono móvil en centros de salud.
Actualmente se están
desarrollando equipos insensibles a la interferencia con RF. No se puede
afirmar en forma responsable que la utilización continuada de los teléfonos
móviles resulte inocua para la salud, simplemente porque tal aseveración
todavía no ha podido demostrarse.
Autor
Dr. Juan Carlos Giménez.
Doctor en Medicina. Ha
sido profesor de biofísica en las facultades de medicina de las
universidades de Buenos Aires y del Salvador y se ha desempeñado en la
Comisión Nacional de Energía Atómica como investigador en patologías
vinculadas a la radiación. Es consultado como experto en radiopatología por el Organismo Internacional de
Energía Atómica (OIEA) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
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